Por, Dr. J. Joaquín Orellana, PhD.
Palm Missionary Ministries, Inc., USA.
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Según las Sagradas Escrituras, el pecado tiene un ciclo, que el creyente debe conocer, estar advertido y romperlo, so pena de caer en una especie de espiral descendente e ignominiosa. Bajo la premisa de que Dios no tienta a nadie porque Él es santo, santo, santo; el creyente peca porque es pecador, y no es pecador porque peca. Cuando el Padre Nuestro dice "no nos metas en tentación...", lo que en realidad el griego dice es: no permitas la tentación. Dios tiene la autoridad sobre todo y todos, incluyendo las fuerzas malignas, de tal manera que, el enemigo no va a hacerle mal a un creyente, a menos que Dios se lo permita (Ejemplos: Job; Pedro; Pablo, etc.)
La Biblia dice en Santiago 1:12-15, (NVI)
"Que nadie, al ser tentado, diga: «Es Dios quien me tienta». Porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni tampoco tienta él a nadie. Todo lo contrario, cada uno es tentado cuando sus propios malos deseos lo arrastran y seducen. Luego, cuando el deseo ha concebido, engendra el pecado; y el pecado, una vez que ha sido consumado, da a luz la muerte".
Santiago -que a propósito es el medio hermano de Jesús- establece un ciclo pernicioso de cuatro puntos en el proceso de la inmundicia: concupiscencia; tentación; pecado; y, muerte. Veamos:- Concupiscencia. Todo el ciclo de inmundicia comienza con la concupiscencia, que es el deseo desenfrenado de nuestra cane por hacer el mal, el pecado. Todos tenemos concupiscencia, la diferencia radica en si está bajo el control del Espíritu Santo o no. La persona natural, sin Cristo, tiene su concupiscencia completamente liberada, pues el pecado reina sobre él. El creyente por el contrario, al ser templo del Espíritu de Dios, debe sujetar su concupiscencia al control del Espíritu cada día, lo que la Biblia llama: llenura del Espíritu Santo. Y ésta es la única manera de romper el círculo pernicioso del pecado: Sed llenos del Espíritu Santo, y no satisfagáis los deseos de la carne, ha dicho el apóstol Pablo (Cf., Ef., 5:18).
- Tentación. Todo mundo es tentado. Jesús fue tentado, pero jamás pecó. El problema no es la tentación en sí misma, sino ceder ante ella. Santiago dice que cuando un creyente tiene su concupiscencia fuera del control de Dios, entonces de sus propios pensamientos, inclinaciones voluntarias y emociones, es atraído y seducido. Esto explica porque no todos cedemos a las mismas tentaciones. La tentación empata con la concupiscencia en la sintonía de la propia carnalidad de la persona.
- Pecado. Es la comisión misma de lo sugerido en la tentación. El creyente no cae en el pecado, como si fuera algo inocente. En realidad el creyente se lanza al pecado y es por su propia negligencia de no cultivar su comunión con Dios. No es justo decir "no se como pasó" o, "no me di cuenta por qué lo hice"etc. Eso es verdadera insensatez. Cada uno en conciencia delante de Dios sabe cuáles son sus debilidades. La Biblia advierte que mientras controlamos nuestra concupiscencia, debemos huir del pecado, y no coquetear con la inmundicia. Ya precisé en un artículo pasado que pecamos por comisión, omisión, intención y por promoción.
- Muerte. Significa separación con Dios. No está hablando de la condenación eterna. El concepto muerte en la Biblia siempre significa separación. Se refiere a la pérdida de la comunión con Dios, porque mientras vivamos en pecado y sin confesar y tratar nuestras debilidades ante Dios, no podemos comunicarnos con Él. Esa es la razón porque muchos cristianos no viven la voluntad de Dios en su vida, no son escuchadas sus oraciones e incluso, sufren enfermedades y hasta la muerte física. La relación con Dios jamás se pierde, pero la comunión sí se pierde.
Jesús dijo velad y orad para que no entréis en tentación. El orar significa mantenerse cerca de Jesús el Buen Pastor, disfrutando de una íntima comunión, y atentos a los peligros del mundo, del demonio y de nuestra propia carne. Mientras que el velar, es estar vigilantes de los peligros, e implica llevar a Dios todas nuestras debilidades cada día para que él nos fortalezca, establezca y afirme.
Santiago también precisa que hay una bendición cuando rompemos el circulo vicioso del pecado y es la siguiente, y la menciona antes de graficar el ciclo:
"Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman" Stg. 1:12.
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