LA
PATERNIDAD AUTORITATIVA
Por,
Dr. J. Joaquín Orellana, PhD.
Misionero
de Palm
Missionary Ministries, Inc., USA.
Todos los derechos reservados por el autor.
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Cuando celebramos el mes del padre, y pensamos en modelos de
paternidad o paternalidad, debemos volver nuestro enfoque a las Sagradas
Escrituras, única norma de fe y conducta para los creyentes en Cristo. En cuanto a
modelos humanos, yo estoy convencido que al menos en el NT no existe un
paradigma humano de padre que supere a la persona de José, el esposo de María,
y padre adoptivo de Jesús. La Biblia registra que él fue padre de cuatro hijos
varones que a su vez tenían “hermanas”
(Cf., Mr. 6:3), aunque no se precisa ni el número ni sus nombres. Sin embargo,
un libro histórico llamado la Historia de
José el Carpintero, en 2:3, registra que fueron dos mujeres y que se
llamaron Lidia y Lisia. De modo que José también fue
padre de dos preciosas hijas.

Existen varios modelos de paternidad, pero la mayoría de nosotros en
AL venimos del modelo de paternidad tradicional autoritario, en el que se privilegia
la autoridad per se y se la usa como
fin en sí misma, y básicamente para imponerse a la fuerza, subyugar, e
inclusive humillar y vilipendiar a los demás. En contraste, existe el modelo de
la Paternidad
Autoritativa (el modelo de Dios Padre), que es diametralmente diferente
a la paternidad autoritaria, pues asume a la autoridad simplemente como un medio
heredado de Dios para un fin; como un recurso y herramienta para orientar,
bendecir y proteger a los demás. Algunas características claves de la
paternidad autoritativa son las siguientes:
- Ofrece
mucho amor, tiempo y recursos.
- Es
cálida pero también firme. Ser firme no significa ser agresivo.
- Respeta
a la hija como persona, y no se impone por la fuerza; busca el consenso
- Entiende
que la autoridad legítima se basa en un modelo de vida legítimo.
- Genera hijos(as), moral y espiritualmente responsables.
Los padres somos los representantes de Dios (Abba Padre) en la tierra.
La única manera de ser el mejor padre para nuestras hijas es comenzar siendo un
buen hijo de Dios. Podemos delegar ciertos aspectos y áreas de la autoridad a
las madres, pero la responsabilidad de nuestro hogar ante Dios es
exclusivamente nuestra. Seamos piadosos ante Dios, respetuosos
hacia nuestras hijas, y cuidadosos de ellas ante este mundo
pernicioso. En definitiva, imitemos como varones, la paternidad del Padre
celestial, como lo hizo el humilde artesano de Nazaret: José. Amén.
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