Por, Dr. J. Joaquín Orellana, PhD.
Misionero de Palm Missionary Ministries, Inc., USA.
Todos los derechos reservados por el Autor.
Hoy más que nunca los cristianos necesitamos tener mucho discernimiento en el mundo. En una sociedad postmoderna que ha relativizado lo absoluto, y absolutizado lo relativo; necesitamos tener claro qué es el discernimiento, y cómo ejercer esta estrategia dada por Jesús, quien nos mandó a ser mansos como palomas, sí, pero también astutos como serpientes.Charles Haddon Spurgeon, solía decir que el discernimiento es la capacidad de distinguir lo bueno de lo que parece ser bueno; o lo correcto de lo que parece ser correcto. El punto entonces, no es distinguir lo bueno de lo malo solamente, pues eso se llama sentido común, y cualquier persona lo puede hacer. El discernimiento es quirúrgico, en realidad, es sobrenatural.
Los cristianos tenemos la capacidad dada por Dios, de una distinción mucho más fina, espiritual y objetiva. El discernimiento va en consonancia con la libertad, ésta no consiste en la prerrogativa de hacer lo que me da la gana; de escoger entre lo bueno y lo malo, no...! Mas bien, consiste en la prerrogativa sí, pero de escoger entre lo bueno y lo mejor. El discernimiento y la libertad, nunca hacen daño a nadie. Por ello discernimiento y libertad en Cristo son las dos estrategias claves para sobrevivir en santidad en este mundo lleno de inmundicia, cada vez más creciente, violenta y descarada.
La tarea del creyente es cristianizar el mundo, no mundanalizar la iglesia, pero por desgracia, eso es lo que está ocurriendo hoy en día. Por eso es que la iglesia ha perdido impacto en el mundo porque el mundo la ha impactado primero.
Una vieja parábola cristiana dice que la iglesia es como un bote en el mar, que es el mundo. El lugar del bote está en el mar, como el de la iglesia está en el mundo, no se puede eximir de él. La clave es que mientras el agua no anegue el bote, este puede navegar seguro. El punto es que ha entrado demasiado agua (mundo) en el bote (iglesia), de modo que este está naufragando. Por eso necesitamos discernimiento para sacar el agua (mundanalidad) del bote (iglesia), y distinguir lo que debemos apreciar o no de la cultura y de nuestro entorno; y aún de nuestra propia vida.
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