El Legado de Emaús

Por, Dr. J. Joaquín Orellana, DMin. PhD.

Palm Missionary Ministries Inc., USA.

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Sólo Lucas menciona este evento muy conocido en el relato evangélico. Es domingo muy temprano y una pareja de esposos Cleofas y su esposa María, retornan a su aldea Emaús, que quedaba a 11 Km de Jerusalén. Regresan con su corazón desilusionado, triste, destrozado, sin esperanza, y con todo el futuro incierto. Un desconocido se les acerca y conversa con ellos acerca de sus graves preocupaciones. Hace como que no sabe nada a propósito. Luego les explica cómo se cumplían todas las profecías en la persona palabra y obra del aquel crucificado que ellos aun creen muerto, aunque han escuchado de las "visiones" de fantasmas.

Esta historia es muy conocida, aún por aquellos que jamás han leído la Biblia. Este relato en mi opinión nos deja un legado misiológico maravilloso que lo puedo sintetizar en tres palabras: Resurrección, Escrituras y Testimonio, veamos:
Resurrección. El extraño es Cristo resucitado. Ese es el verdadero corazón del evangelio. No es la cruz. Los cristianos bíblicos no tenemos Cristos de crucifijo. La resurrección es lo que autentica ademas el evangelio. Si Cristo no hubiese resucitado -diría Pablo-, vana es nuestra fe. En la resurrección de Cristo se valida la resurrección de todos los creyentes. La resurrección es la certificación absoluta de la confiabilidad del evangelio encarnado en la persona, palabra y obra de Jesús.
Escrituras. Al menos cinco veces (es el número de la gracia de Dios en la Biblia), se mencionan las Escrituras en este pasaje. Debemos entender que no se trata de la Biblia tal como la conocemos hoy, pues en ese entonces sólo tenían el TANAK judío (ley, profetas y salmos; Lc. 24:44), o lo que llamamos hoy el Antiguo Testamento. Las Escrituras sagradas, inmutables, inerrantes e infalibles; son el único registro histórico confiable de la palabra, obra y persona de Dios.
Testimonio. El pasaje está cargado de testimonio: en primer lugar, el de Jesús, por medio de su exposición teológica y eucarística (al partir el pan, descubrieron quién verdaderamente era Aquel, por las llagas de sus manos); luego el de las Escrituras  mismas, como mudo testigo que haba por sí sola; y, finalmente el de los discípulos: Cleofas y María. Es un matrimonio el que evangeliza desde la periferia de Emaús a la metrópoli de Jerusalén que Cristo ha resucitado.
Anhelo que estos tres insumos: Resurrección, Escrituras y Testimonio personal, sean el fundamento no solo de nuestra fe teórica sino sobre todo, y ante todo, de nuestro vivir diario. Amén.