Por, Dr. J. Joaquín Orellana, DMin. PhD.
Palm Missionary Ministries Inc., USA.
Todos los derechos reservados por el Autor.
Uno de los signos icónicos de la modernidad -o post modernidad, según algunos eruditos- es el escalofriante, sorprendente y veloz desarrollo de la tecnología. Vivimos en la era del conocimiento, realidad e inteligencia virtual, y cibertecnología.La tecnología es un recurso envolvente e inexorable en nuestra sociedad biotecnológica, con impredecibles
desafíos, usos pero también riesgos.
La tecnología no tiene cualificación moral en sí misma, es decir, no se puede decir que es buena o mala per se. Es el uso que le demos a la tecnología lo que determinará que su propósito resulte en bendición o maldición.
La tecnología fue creada en función del hombre y no al revés, esto es, los seres humanos no estamos al servicio de la tecnología, sino la tecnología al servicio de la humanidad. Debemos usar la tecnología y no permitir que ella nos utilice a nosotros.
Bien concebida y utilizada la tecnología es el más precioso recurso de difusión del evangelio del Reino de Dios, y de los principios y valores éticos, morales y espirituales de las Sagradas Escrituras.
Pero mal concebida y mal utilizada, se convertirá, sin lugar a dudas, en el peor enemigo de la sana axiología cristiana.
Vivimos en una sociedad que privilegia las cosas a las personas; que nos enseña a usar a las personas y amar las cosas. Cuando lo correcto es amar a las personas y usar las cosas, pues los seres humanos somos sujetos no objetos.
No obstante, alguien podría decir que con tanta tecnología hoy estamos más comunicados, y no es así. La verdad es que hoy estamos más conectados pero menos comunicados. No hay que confundir conexión con comunicación.
Antes disfrutábamos más de la gente, de nuestros eres queridos, de nuestra familia, de nuestros matrimonios; pero hoy el celular se ha convertido en causa de conflictos, disensión, división, y hasta de infidelidades y de adulterio cibernético como yo lo llamo en mi libro Matrimonios & Familias Saludables. El celular nos acercó a la gente que estaba lejos, pero desgraciadamente también, alejó a la gente que está cerca.
Anhelo que en el mundo moderno en que vivimos los cristianos, utilicemos la tecnología y nuestros celulares, por ejemplo, como simples recursos de proclamación del evangelio del Reino y para patentar los valores eternos e inmutables de las Sagradas Escrituras.
www.joselitoorellana.blogspot.com
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