Por, Dr. J. Joaquín Orellana, PhD.
Palm Missionary Ministries, Inc USA.
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El respeto es uno de los valores universales recogidos en casi todos los códigos éticos y legales del mundo. Es uno de los fundamentos de sana convivencia más elementales. Es una de las condiciones sine qua non para una convivencia social verdaderamente pacífica y equitativa. Don Benito Juarez, por ejemplo, solía decir que el respeto al derecho ajeno es la paz. Hoy más que nunca necesitamos recordar que este valor es normativo y vinculante, no opcional y selectivo, peor manipulable. Porque se da el fenómeno de que nos gusta que respeten nuestros derechos, pero vulneramos con facilidad y hasta desparpajo el derecho de los demás.Todos los derechos reservados.
El respeto es un derecho, privilegio, pero también una expectativa humana. Qué hacer cuando el respeto no fluye con espontaneidad, autenticidad y pertinencia en nuestro mundo, comenzando por nuestras familias, iglesias locales, sociedad, etc.? Yo creo que el respeto se gana; luego se espera; luego se demanda; y, finalmente se exige.
El respeto se gana. No es justo precisar el respeto per se. Al ser un valor, precisa de forma connatural un requisito axiológico: la responsabilidad de honrar los derechos de los demás. Entonces no es ético exigir respeto cuando no lo estamos dando; cuando no estamos generando un entorno axiológico requeriente.
El respeto se espera. Una vez que uno genera respeto, es como una siembra, eso significa que entonces y sólo entonces podemos esperar resultados o fruto del mismo. Es digno, justo y necesario esperar ser respetados cuando nosotros mismos lo generamos.
El respeto se demanda. Cuando dadas las primeras condiciones axiológicas, y a pesar de ellas, no recibimos el respeto, entonces es tiempo de demandarlo ética, legal, moral y espiritualmente. El ser humano vive en un entorno bio, psico social y espiritual; y por ello el respeto deben ponderar (sumar) existencialmente ese perfil de vida.
El respeto se exige. Finalmente, cuando no se recibe el respeto dadas las tres condicionantes anteriores entonces es momento de exigirlo, con firmeza pero dentro de lo cánones legales pertinentes. Ser humilde, no significa haber perdido la dignidad, de hecho, ese es otro valor connatural del ser humano que jamás se pierde, aunque sí se enriquece. Jamás el ser humano debe permitir que se violente su dignidad, y eso es exigir su respeto en todas las instancias.
En términos bioéticos, por ejemplo existe el derecho a la vida, que dicho sea de paso es el más elemental y sagrado derechos de todo ser humano, independientemente de cualquier consideración existencial. Pero no existe el derecho a la muerte; expresado en exigencias absurdas y diabólicas como el supuesto derecho al aborto, por el prurito supuesto de que tenemos derecho sobre nuestro cuerpo. Otras expresiones de este absurdo axiológico y teológico, son la eutanasia, eugenesia, etc. Debemos respetar la vida humana en todas sus expresiones, por el hecho de que es un don de Dios, y eso la hace sagrada, eterna e intocable. Jesús dijo que: Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia (Jn. 10:10) La palabra vida aquí no se refiere a la vida biológica (gr., bios), sino a la vida eterna, trascendente, espiritual y eterna (gr., zoé), en otras palabras a una vida que paradójica y naturalmente nadie tiene el derecho de matar. Por eso el apóstol Pedro en Hechos usando una fina ironía teológica les dice a los judíos que han matado al Autor de la Vida = JESÚS.
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