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Quito nació en uno de los extremos nortes del actual Centro Histórico de Quito. Su Fundación ocurrió el 6 de diciembre de 1534, cuando el capitán español, Sebastián de Benalcázar la proclamó como la ciudad de San Francisco de Quito y tomó posesión de ella, en nombre de España.
La Fundación se dio "teniendo como centro entre las ruinas de la ciudad incendiada por Rumiñahui, una plazoleta –hoy desaparecida- ubicada en la antigua carrera Pichincha entre las calles Mejía y Olmedo", explica Carlos Larrea en el Boletín de la Academia Nacional de Historia de 1969.
Actualmente, el lugar preciso se ubica "en el área de la actual Plaza de Benalcázar, próxima a la quebrada que bajaba desde el oeste por la calle Olmedo y que servía de defensa", lo describen en el libro Quito Patrimonio Cultural de la Humanidad, Evelia Peralta y Rolando Moya del 2003.
A su alrededor "se asentaron las 'casas reales': aposento del Presidente, un Oidor, una cárcel y la Sede de la Real Audiencia hasta 1612. La escultura de Sebastián de Benalcázar recuerda al fundador y al acto fundacional", relata el texto.
El historiador Fernando Jurado Noboa señala que, a diferencia de otras ciudades, la fundación de Quito no se hizo en la plaza mayor por razones de defensa. Los españoles estaban a la expectativa de un ataque de los indígenas, pues pocos minutos antes, algunas casas fueron incendiadas por orden de Rumiñahui, uno de los guerreros de Atahualpa.
Al contrario de lo que se cree, Quito no era una ciudad concentrada en un solo punto. En 1534 se componía de distintos caseríos, ubicados en diferentes zonas de lo que actualmente es la ciudad y se extendía hasta los sectores donde actualmente está la Plaza de Santo Domingo (al sur) y la Plaza del Teatro (norte).
Jurado considera que "la fundación de la ciudad es mestiza. No se trata de una fundación española –como se asegura- porque estuvieron presentes tanto españoles como indígenas".
La diferencia –dice- está en que "no se inició la ciudad en una zona deshabitada, sino sobre un asentamiento indígena. Allí se distribuyeron terrenos a los españoles y se respetaron las propiedades de la familia de Atahualpa".
Sin embargo, el cronista de la ciudad, Juan Paz y Miño opina que sobre esta fecha existe una dualidad. "La conquista, por una parte, significó el sometimiento de los indígenas que hoy se ve como una violación de derechos humanos. Pero desde otro ángulo, fue gracias a este hecho que nació la ciudad, tal como es ahora".
La Fundación se dio "teniendo como centro entre las ruinas de la ciudad incendiada por Rumiñahui, una plazoleta –hoy desaparecida- ubicada en la antigua carrera Pichincha entre las calles Mejía y Olmedo", explica Carlos Larrea en el Boletín de la Academia Nacional de Historia de 1969.
Actualmente, el lugar preciso se ubica "en el área de la actual Plaza de Benalcázar, próxima a la quebrada que bajaba desde el oeste por la calle Olmedo y que servía de defensa", lo describen en el libro Quito Patrimonio Cultural de la Humanidad, Evelia Peralta y Rolando Moya del 2003.
A su alrededor "se asentaron las 'casas reales': aposento del Presidente, un Oidor, una cárcel y la Sede de la Real Audiencia hasta 1612. La escultura de Sebastián de Benalcázar recuerda al fundador y al acto fundacional", relata el texto.
El historiador Fernando Jurado Noboa señala que, a diferencia de otras ciudades, la fundación de Quito no se hizo en la plaza mayor por razones de defensa. Los españoles estaban a la expectativa de un ataque de los indígenas, pues pocos minutos antes, algunas casas fueron incendiadas por orden de Rumiñahui, uno de los guerreros de Atahualpa.
Al contrario de lo que se cree, Quito no era una ciudad concentrada en un solo punto. En 1534 se componía de distintos caseríos, ubicados en diferentes zonas de lo que actualmente es la ciudad y se extendía hasta los sectores donde actualmente está la Plaza de Santo Domingo (al sur) y la Plaza del Teatro (norte).
Jurado considera que "la fundación de la ciudad es mestiza. No se trata de una fundación española –como se asegura- porque estuvieron presentes tanto españoles como indígenas".
La diferencia –dice- está en que "no se inició la ciudad en una zona deshabitada, sino sobre un asentamiento indígena. Allí se distribuyeron terrenos a los españoles y se respetaron las propiedades de la familia de Atahualpa".
Sin embargo, el cronista de la ciudad, Juan Paz y Miño opina que sobre esta fecha existe una dualidad. "La conquista, por una parte, significó el sometimiento de los indígenas que hoy se ve como una violación de derechos humanos. Pero desde otro ángulo, fue gracias a este hecho que nació la ciudad, tal como es ahora".
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