JOSELITO & ANITA ORELLANA

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Quito, Pichincha, Ecuador
I´m baptist missionary by faith with PMM Inc.,USA I'm married and with my wife Anita have four marvelous daughters. Our principal ministry is theological education. My passion is write, preach & teach about my Lord Jesus, around my country Ecuador, and Latin America. Dr. Joselito Orellana. DMin. PhD. Born in Ecuador, in Piñas City, province of El Oro Living in Quito, since 1985. Baptist Pastor's 18 years old. It missionary for Latin America Palm Missionary Ministries Inc, USA. It is involved in the ministries of higher theological teaching, pastoral training, church ministry, family counseling, literature, bioethics, and educational administration. Master's degrees (Colombia, Ecuador and Spain): Bible; Theology; Educative Management; and, Bioethics. Doctor of Ministry in Theology (DMin.) and Doctor of Philosophy in Theology (PhD) awarded by Vision International University, from Miami, FL-USA.

Friday, April 19, 2019

EL CIELO ESTÁ DE LUTO

Por, Dr. Joselito Orellana DMin. PhD.
Misionero de PMM Inc., EE.UU.
© Todos los derechos reservados por el Autor.
Marzo 2019.
Hoy es viernes santo, y coincidencialmente, a más del recuerdo de Jesús muerto en la cruz por nuestros pecados, también recordamos la muerte ministerial de muchos y extraordinarios ministros, que no pudieron terminar bien con sus proyectos divinamente encomendados. Y otros, que están luchando estoicamente por recuperar su vida y ministerio, en la medida de lo posible.
En estos últimos años hasta hoy, hemos tenido que afrontar en nuestro ministerio de Mentoreo el doloroso caso de inmoralidad sexual por infidelidad y adulterio en varios consiervos muy amados, importantes y claves, de varios países de las Américas.
Este fenómeno parece ser una peste pandémica, porque los casos son cada vez más generosos en número, como en trascendencia. Y esto duele demasiado, y muerde el alma misma!

Es muy difícil y costoso construir la integridad, e irreprensibilidad por muchos años; pero es muy fácil perderla en cuestión de minutos o segundos. Todo se destruye; la persona, la familia, el ministerio y aún por extensión, la vida de muchos inocentes: hijos; matrimonios; familias; colegas; instituciones; ministerios; etc.
Sin embargo, en un problema así no existen culpables e inocentes, solo existen culpables, como tampoco ganadores ni vencidos, todos somos perdedores, al final del día. 
Por ello yo creo que el cielo está de luto, porque en este tipo de pecados de impureza e inmoralidad sexual (fornicación) todos perdemos y nadie gana. Solo el infierno se regocija y el evangelio pierde credibilidad y trascendencia. Y que Dios tenga misericordia de todos por provocar ya sea por: acción; omisión; intención; o, promoción, este tipo de pecados que también son delitos, y yo diría, de lesa espiritualidad.
Porque al fin de cuentas todos somos pecadores, y aunque sea un pensamiento impuro sexualmente habremos cometido, no obstante, otra cosa es atentar deliberada o ingenuamente, contra el Reino de Dios y su extensión aquí en la tierra, pensando que quizá nunca me van a descubrir, nunca se va a saber, o no hará tanto daño.
Debemos comprometernos con la santidad radical, y no con la estúpida neutralidad axiológica, que no interviene por miedo a mancharse o definirse;  peormente, con la hipocresía moral, o la complicidad religiosa.
Debemos huir también del sectarismo farisaico que solo acusa y nunca restaura (que evalúa injustamente toda una vida de servicio, a veces, por una sola falta reprochable); que pretende una santidad impoluta, cuando probablemente las vigas en sus propios ojos son más evidentes y groseras que las pajas en la vida y ministerio de los consiervos.
Por todo aquello, únete a una especie de campaña por la santidad del matrimonio y de la familia, y por la protección y blindaje de nuestros ministerios. Leales siempre, pero cómplices... jamás. Es mejor empezar mal pero terminar bien (como el apóstol Pablo); que empezar bien, y terminar mal en nuestras vidas y ministerios (como el rey Salomón).
El matrimonio es la huella original del plan de Dios, mucho antes que la iglesia inclusive. El matrimonio es una parábola actuada de la misteriosa relación de Cristo con su iglesia. Por ello no podemos darnos el lujo de empañar o procrastinar nuestra responsabilidad de discipular a las naciones desde el matrimonio y la familia, como fue el sueño y mandato de Jesús en Mt. 28:18-20.
Por último, la familia es la base de nuestras iglesias. Si la familia de los propios ministros se destruye, qué esperamos de las familias de los demás? Cuál es el futuro de las iglesias, cuando los propios siervos de Dios no somos capaces de representar la parábola del matrimonio en santidad? De qué evangelio estamos hablando, cuando nuestra vida -a veces- es peor que la de los demás en el mundo? Y más aún, cuando no existe un arrepentimiento y quebrantamiento sincero, y un reconocimiento humilde del pecado en el contexto de un proceso de restauración integral, ordenado por la iglesia.
El mentoreo es maravilloso, pero a veces como en estos casos, es profundamente doloroso y terrible, porque no es posible separar la doctrina de la ética, como tampoco es fácil diferenciar entre el perdón, la confianza y los afectos personales.
Gracias por vuestras oraciones a favor de nosotros como familia misionera, y de nuestro ministerio.
Pero les rogamos en el amor de Dios, la gracia de nuestro Señor Jesucristo, y la comunión del Espíritu Santo; que nos mantengamos alerta contra toda tentación y peligro que pretenda robarnos la única herencia y legado que podemos dejarles a nuestros hijos, consiervos y discípulos, esto es: nuestro testimonio de integridad ética, moral y espiritual. Amén.
Con amor y temblor, 
Joselito Orellana, PhD.
Misionero de PMM Inc., EE.UU.
1 Tes. 4:3-8.
https://www.facebook.com/joselitoyanitaorellana

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