JOSELITO & ANITA ORELLANA

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Quito, Pichincha, Ecuador
I´m baptist missionary by faith with PMM Inc.,USA I'm married and with my wife Anita have four marvelous daughters. Our principal ministry is theological education. My passion is write, preach & teach about my Lord Jesus, around my country Ecuador, and Latin America. Dr. Joselito Orellana. DMin. PhD. Born in Ecuador, in Piñas City, province of El Oro Living in Quito, since 1985. Baptist Pastor's 18 years old. It missionary for Latin America Palm Missionary Ministries Inc, USA. It is involved in the ministries of higher theological teaching, pastoral training, church ministry, family counseling, literature, bioethics, and educational administration. Master's degrees (Colombia, Ecuador and Spain): Bible; Theology; Educative Management; and, Bioethics. Doctor of Ministry in Theology (DMin.) and Doctor of Philosophy in Theology (PhD) awarded by Vision International University, from Miami, FL-USA.

Sunday, June 7, 2015

This is my last article published in Spanish



La Historia de un Padre Amante.
Por, Dr. Joselito Orellana, DMin. PhD.
Misionero de Palm Missionary Ministries Inc., USA.
Pastor de la Iglesia Bautista Universitaria (Quito)
Rector del Liceo Bautista Charles Spurgeon (Pifo)
Junio, 2015
En honor a la celebración del mes del padre, me permito compartir con ustedes una breve reflexión bíblica y pastoral en torno a una de las más hermosas parábolas que encontramos en el Nuevo Testamento. Se trata de la mal llamada parábola del hijo pródigo (Lc. 15:11-32) Mal llamada así porque los títulos no son parte del texto inspirado de Dios originalmente, pues fueron puestos después para guiar temáticamente al lector; y aparte de ello este título es completamente impreciso e inexacto; y, segundo, porque no es la parábola del hijo prodigo en realidad, ni siquiera es la del hijo mayor supuestamente obediente (pero en realidad mentiroso, refunfuñón, egoísta y malvado), sino la parábola del padre amoroso que representa a Dios. Son tres personajes que intervienen en ella. Cada personaje representa un segmento de la humanidad y Dios, así: el hijo menor (pródigo) representa a los gentiles esto es a todos aquellos que no son judíos; el mayor representa al pueblo judío nacionalista y genéticamente salvos, según ellos; y, el padre, representa a Dios. Sólo Lucas menciona este relato y es el epílogo de tres narraciones con el mismo concepto: algo se pierde (oveja, moneda, ser humano) y cuando es hallado hay sumo gozo en casa (símbolo de redención). Esta parábola es contada por los eruditos literarios entre los más bellos y magistrales relatos orales de la antigüedad.
El hijo menor cometió tres transgresiones imperdonables: primero, usurpó la primogenitura de su hermano pues en la cultura hebrea era sólo el primogénito el que heredaba tanto la bendición como la heredad del padre, y se constituía en el único dueño de todo, y si él quería pues compartía o no con sus hermanos le herencia. Segundo, desperdició su propia vida, cuando tenía todas las posibilidades de realización plena junto a su padre. Pero la peor transgresión y ofensa es haber anhelado la muerte del padre, ya que al pedir la herencia por adelantado era como si le dijese a su padre, porque no te mueres ya, o ¿por qué vives todavía? En otras palabras, el haber pedido la herencia violentaba los derechos de su hermano, y sepultaba en vida a su amoroso padre. La consecuencia de su actitud fue la peor condición inimaginable en la época de Jesús: ir a vivir en un país lejano, léase pueblo gentil, y a criar cerdos –cosa que judíos y árabes no hacen hasta el día de hoy por considerar a este animal de lo más inmundo, esto es sucio; y no sólo eso, sino anhelar comer las algarrobas de los cerdos –una especie de planta muy áspera parecida a las hojas de la caña de azúcar o a las hojas y envoltura del maíz-. Este cuadro es la radiografía de la peor condición humana, moral y espiritual, en cualquier época y cultura.
La actitud redentora  del padre para con este hijo malvado se ilustra por sus cinco acciones específicas. El número cinco es símbolo de la gracia de Dios en la Biblia. Primero lo vio, lo cual evidencia que cada día esperaba su regreso. Segundo, tuvo misericordia de él, esto es, debió castigarlo, pero en su lugar lo perdonó, pues no le dio lo que él merecía. Tercero corrió hacia él, esto era una locura en la cultura semita pues un anciano jamás debía correr en público, ya que no era considerado honorable, y lo peor es que al correr descubría parte de sus pantorrillas por acomodarse la túnica, lo que significaba un acto vergonzoso e impúdico. Cuarto, se colgó de su cuello, lo cual manifiesta un acto de absoluta aceptación y reconciliación. Y quinto, lo besó, símbolo íntimo de bienvenida y perdón.
El v. 22 es clave en esta historia de redención. “Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies”. Hay tres cosas que el padre entrega al hijo, y según la antropología cultural del texto son claves para entender toda la dimensión de la recuperación redentora de ese hijo. Primero, el padre pidió a sus esclavos ponerle a este hijo “el mejor vestido”, pues el mejor vestido en la cultura hebrea era el vestido del mismo padre. Esto tiene que ver con la nueva IDENTIDAD, que Dios nos da en Cristo. La cristiandad es una cuestión de nueva identidad. La desnudez en la Biblia significa pecado, inmundicia, iniquidad; en contraste el vestido se refiere a justicia de Dios en Cristo, santidad, justificación, por ello las multitudes de creyentes en Apocalipsis están vestidas, no desnudas. En la cruz del calvario Jesús hizo un gran intercambio (como decía Lutero) con los creyentes: tomó nuestra desnudez  (pues murió completamente desnudo sin absolutamente nada sobre sus genitales) para imputarnos su vestido de justicia; se hizo maldición para darnos su bendición eterna, tomó nuestra condenación para darnos salvación, tomó una corona de espinas venenosas para darnos una corona de justicia. ¡Qué ternura de este padre al cubrir la desnudez de su hijo con su propio vestido!
Segundo, dijo que le pongan un anillo, esto es símbolo de AUTORIDAD. El hijo había pre decidido pedir ser jornalero no hijo, pero el padre ni siquiera le permitió pronunciar ese pedido, y le devolvió la autoridad de hijo. Los anillos en la antigüedad servían como firmas y rúbricas para definir algo legalmente sobre una cera caliente que sellaba el pergamino. La Biblia dice que más a todos los que le recibieron a Jesús, les dio potestad, autoridad, o derecho de ser llamados hijos de Dios (Cf., Jn. 1:12) Finalmente, el padre pidió ponerle zapatos, que simbolizan PROPIEDAD, pues en las culturas orientales sólo los esclavos andaban descalzos y los hombres libres usaban zapatos. El hijo había perdido toda su herencia, más ahora el padre se la devuelve completa con el gesto de ponerle zapatos; esto simboliza que por gracia recuperó la propiedad que había perdido. La humanidad moderna ama las cosas y usa las personas, este padre sabía lo que era usar las cosas en función de amar a las personas, en este caso específico, a su hijo.
La actitud del hijo mayor contrasta severamente ya con la actitud del padre, como con la de su hermano. A su padre lo cuestiona y lo juzga, cosa que los hijos jamás debemos hacer con nuestros padres ya que debemos honrarlos por lo que son, no por lo que hacen, mucho más si son padres honorables, bondadosos, íntegros y ejemplificadores como el de nuestra historia. Respecto a su hermano menor lo calumnia, no obstante de que había malgastado todo, él no sabía a ciencia cierta cómo lo había hecho. Y por último, no era el dueño de la hacienda. Si había alguien con la autoridad moral para cuestionarlo, ese era el padre no él. El final de la historia es el más triste para él, pues su padre esta gozoso por el regreso del hijo menor (había muerto y ahora estaba vivo), éste ha sido perdonado y restaurado a la plena relación y comunión con la casa del padre, pero,… el hijo mayor jamás entró a la fiesta, pese a los ruegos del padre.
Amigos, el padre de esta historia representa a Dios en la parábola. Él está esperando cada día por el regreso de cada hijo pródigo que decidió desperdiciar su vida en los más fútiles placeres y banalidades de este mundo. Sólo Dios nos enseña a ser padres amantes. Y a veces los buenos hijos además, son los mejores mentores en este peregrinaje de aprender a ser los mejores padres del mundo. El modelo de nuestra paternidad, será el paradigma para su vida familiar futura. En la celebración del día del padre, creo que no hay mejor regalo para nuestros hijos –en vez de esperar uno de ellos- que ser un padre en el modelo de Dios, a Quien debemos conocer personalmente por medio de su Hijo Jesucristo (Cf., Jn. 17:3), para de esa manera modelar su estilo de vida en nuestras familias. Para ser los mejores padres para nuestros hijos, debemos comenzar por dejar de ser en éste mundo los hijos pródigos de Dios. ¡Feliz día del padre…!

www.joselitoorellana.blogspot.com

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